La verdad es que, al comprar este libro, pensaba que no iba a ser más que una novela sencilla para leer rápido en el metro. Sin embargo, he de decir que me ha sorprendido gratamente su mensaje.
Se trata éste de un homenaje escrito a los libreros, a todos aquellos que no son simples vendedores, sino que sienten de verdad lo que hacen y nos regalan sueños cada vez que entramos en su mundo.
Cuenta la novela como Jasmine, tras divorciarse, decide tomarse unas semanas para pensar y colocar su vida mientras hace un favor a su tía quedándose temporalmente al frente de la vieja librería que ésta posee en una apartada isla.
Polvo, trastos, desorden y clientes esperpénticos es lo que se encuentra Jasmine a su llegada. Tras su ruptura, se ha vuelto una persona desconfiada, escéptica, solitaria, materialista.
Con el paso de los días, sin embargo, el dios Ganesh o los mismísimos Jane Austen, Allan Poe y Dickens se encargan de devolverle la confianza en la vida, en el amor y, sobre todo, en ella misma. Le enseñan que "a veces hay que lanzarse al vacío, coger la vida a manos llenas", apostar a todo o nada, y liberarse de los temores y recuerdos pasados. En definitiva, que hay que vivir, y sin miedo, cada instante.
